23 septiembre, 2011

Orfebrería de Relojes Mudos



En compañía de una ventana,
que ofrece un horizonte que no distingue
entre amaneceres y ocasos,
sumido en una concentración donde el adelantado español
comparte distendido un juego de cartas con el mandatario republicano,
el Coronel en retiro consagra su ostracismo
en una arcaica morada de un vecindario rural.
Ocupa todo su entusiasmo en moldear pescaditos de oro
que luego disuelve en ácido para volver a utilizar el metal
en las figuras acuáticas,
sucesión infinita de orfebrería que lo ensordece
de las campanadas del reloj de la plaza.
Mientras, los ejecutivos del tiempo sonríen
al contemplar el pintoresco espectáculo
desde las modernas oficinas de la urbe.
breve descanso jocoso
a su ajetreo de las fluctuaciones bursátiles,
y el valor de la libra de cobre,
pues los pescaditos del Coronel no se subastan en mercados ni ferias,
y sólo sus dedos palpan la textura del metal,
y sólo sus pupilas dibujan la forma en su retina.
En las calles aledañas, los arquitectos del progreso
edifican un condominio de los nuevos tiempos
y la arcaica morada del Coronel languidece
mojigata en los humildes cimientos,
y circula el rumor de la caducidad
de la orfebrería suspendida en el tiempo,
que invade los soliloquios interiores del Coronel,
que reflexiona sobre la plusvalía de sus peces de oro.
Mas no titubea en su labor de moldear
figuras que desdibuja el paso de las horas,
no vaya a ser que los peces sobrepasen
la frontera de la conciencia,
y naveguen en el océano de vacío
orientados por la burla al sentido
de los puntos cardinales.

Gonzalo Robles Fantini.

Diciembre de 2005

No hay comentarios.: