Madre espina de campos absolutos (Fragmento)

Madre espina de campos absolutos, 
no escapes de tu tiempo,
es nieve diariamente derretida.
Devorada por la era impía, quemaron tus cristales
y les negaron sus clarines negros de canciones,
sacrificaron tus venas en perfume dolorido, 
incineraron tus versos sobre continentes de metal.
Has muerto en la muerte y con la muerte, breve
intento
de
beber
el
absoluto.
Devorada por la era impía, borraron tus cascabeles
y su voz se esparció por los campos de concentración
donde el paroxismo instauraba su templo de incordura
y se vestía
tu piel sobre piel
vena sobre vena
carne sobre carne
sin más túnica que tus ojos brillando en la noche
y los siglos mudos testigos de tus frutos
sepultados en los campanarios.
Madre espina de campos absolutos,
cada cuerpo hundido en el otro, 
sin que nadie recogiera tus canciones 
en el último rito del espanto,
como un acróbata esgrimiendo veneno sobre tus pestañas:
aprendiz
de
las
horas.
Tus propios hijos te acusaron,
Tu propia sangre te delató.
Tus propias obras te hicieron innoble ante los otros.


Prisionera
del 
cosmos.
Pero surgieron de tus hojas otras sombras
que deslumbraron tu quebrada humanidad de diosa.
Y en la mañana de tu minutero,
la conciencia te envolvió por completo.
Madre espina de campos absolutos,
cuando mueres cada tarde, sin clemencia te devoras.
Cuando haces el amor en las esquinas
el llanto de los niños te sorprende
y la palabra es magia tormentosa.
Los pantanosos espejos del pasado no ocultan
tus manos sangrantes de cadenas y esperanzas.
Entre mendigos tu compañía se torna huracanada.
Viento
sin
caminos: 
son tus ojos acongojadas estrellas.



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Este poema es extenso, ganó un premio en Puerto Rico, Revista Mairena, en el año 1984. Fue bastante difundido en Chile, recuerdo a revistas "Mensaje" y "Hoy". Lo dediqué a todas las mujeres, a quienes admiro, respeto y valoro enormemente.

Mariela Isabel Ríos Ruiz-Tagle